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Salma, mexicana de oro

Agencias

2016-09-01

Los Angeles— Dos fulgurantes apariciones en ‘Pistolero’ y ‘Del Crepúsculo al Amanecer’, repletas de sensualidad y erotismo, sirvieron a Salma Hayek para cautivar a Hollywood, una industria que desde entonces se ha rendido a su talento y carisma, intactos a sus 50 años, ya convertida en todo un ícono latino.
Aquella Carolina que retozaba alegre en la cama con Antonio Banderas, al igual que Satanico Pandemonium, la vampira disfrazada de exuberante bailarina que hipnotizaba y hacía beber de sus pies a Quentin Tarantino, son las creaciones de alto voltaje con las que la mexicana irrumpió en el cine por la puerta grande, ambas con la firma de Robert Rodriguez.
“No soy una exhibicionista”, dijo la actriz, que hoy llega a la edad dorada, 50 años, en una entrevista con la revista Allure en 2011.
“Era mi primera oportunidad en una película de Hollywood y sabía que tenía que hacerla. Fue muy complicado para mí. De hecho, lloré. No quería estar desnuda frente a la cámara”, comentó en 2012 al tabloide británico The Sun.
No menos exigente resultó la escena de su inolvidable baile en bikini con una enorme serpiente pitón sobre la tarima del Titty Twister, el infame bar de carretera al que llegaban George Clooney, Tarantino, Harvey Keitel y Juliette Lewis sin imaginar el festín de sangre y vísceras que les aguardaba.
“Es probablemente el mayor reto al que me he enfrentado”, aseguró Hayek en 2002 al portal IGN.
Y, sin duda, dio sus frutos. Esos trabajos le abrieron la puerta de Hollywood de par en par, hasta el punto de que en 1997 ya situaba su nombre al mismo nivel que el de la estrella masculina de turno en cintas como ‘Un Impulsivo y Loco Amor’ (‘Fools Rush In’), con Matthew Perry, y ‘Breaking Up’, con Russell Crowe.
Después siguieron papeles de reparto (‘Studio 54’, ‘Aulas Peligrosas’, ‘Dogma’) intercalados con apariciones en superproducciones de postín (‘Wild Wild West’) e incursiones en el cine iberoamericano (‘El Coronel no Tiene Quien le Escriba’, ‘La Gran Vida’), hasta que decidió tomar cartas en el asunto, harta de esperar mejores oportunidades, y se lanzó a crearlas ella misma.
Así llegó ‘Frida’, el proyecto que coprodujo y que la consagró definitivamente en Hollywood gracias a sus nominaciones al Oscar y a al Globo de Oro como Mejor Actriz.
Desde entonces, ha vuelto a ejercer como productora en la película para televisión ‘The Maldonado Miracle’, su debut como directora, la serie ‘Ugly Betty’, la cinta de animación ‘El Profeta’ y el thriller ‘Septembers of Shiraz’.
Su carrera cinematográfica, tras títulos como ‘Érase una Vez en México’, ‘After the Sunset’, ‘Bandidas’, junto a su íntima amiga Penélope Cruz, y ‘Ask the Dust’, pasó a un segundo plano tras el nacimiento de su hija, Valentina, en septiembre de 2007, fruto de su relación con el francés François-Henri Pinault.
“Lo primero es la familia, el cine es un segundo plato”, dijo Hayek en 2009, año en que la actriz se casó con Pinault.
Desde entonces sus apariciones más comerciales han llegado de la mano de comedias bienintencionadas con Adam Sandler y Kevin James (‘Son Como Niños’, ‘Son Como Niños 2’, ‘El Maestro Luchador’), y el taquillazo de ‘Gato con Botas’  (2011), su reencuentro animado con Antonio Banderas, que ingresó más de 550 millones de dólares en taquilla y que aún espera el lanzamiento de una secuela.
Pero su asignatura pendiente, tal y como reconoció el año pasado en el Festival de Cannes, es volver a ponerse tras las cámaras, lo que calificó como su gran pasión.
Mientras llega esa historia soñada que la haga estrenarse como directora de un largometraje, Hayek se vuelca en su Fundación, cuyo objetivo es acabar con la violencia hacia las mujeres y llevar la atención global a las crisis humanitarias.

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