Espectaculos

Eternamente agradecido

Leticia Solares
El Diario

2016-08-28

Se apagó su ser, pero no su luz. A los 66 años Juan Gabriel dio su último aliento. Una falla en el corazón fue el punto final de su historia. Ese corazón que siempre rebosó de amor por Ciudad Juárez, esta tierra a la que juró amor eterno con su presencia y con su canto.

Murió Alberto Aguilera Valadez y surge la leyenda Juan Gabriel. No nació en Juárez, sino en Paracúaro, en el estado de Michoacán, pero fue en este rincón del desierto, donde floreció su talento.

Aquí conoció el amor, compuso sus primeras canciones, sobrevivió vendiendo artesanías de hojalata, burritos y lavando la ropa de prostitutas.

Vivió maltratos y discriminación y cuando el éxito le llegó a manos llenas, nunca le dio la espalda a ese su trágico pasado, ni a su cuna artística, las calles de Juárez.

Esta tierra fronteriza adoptó como propio a Alberto Aguilera desde que llegó con meses de nacido, en los brazos de su madre y sus ocho hermanos.

‘Eternamente Agradecido’,  ‘Arriba Juárez’, ‘El Noa Noa’, ‘La Frontera’ y ‘Ciudad Juárez es la Número 1’, son algunos de los temas que esta tierra le inspiraron al divo, quien colocó a esta ciudad en los ojos del mundo. 

Su infancia estuvo marcada por la pobreza y la tragedia, la cual ha sido retratada en la serie de su vida ‘Hasta Que te Conocí’, que hasta ayer estuvo en el aire, en la cual el cantautor compartió su historia y su vida en esta urbe, en donde echó raíces y ahora deja amigos, recuerdos y canciones.

Fue a los 13 años, estando internado en el Tribunal para Menores cuando escribió su primera letra ‘La Muerte del Palomo’ y desde ese entonces se quiso dedicar a la música.

A principios de la década de los 70, los centros nocturnos Malibú y Noa Noa lo vieron nacer como cantante con el nombre de Adán Luna. Años más tarde adoptó el de Juan Gabriel, en honor a su padre y a un maestro que marcó su vida.

Para iniciar su carrera, viajó a la Ciudad de México, donde obtuvo la oportunidad de hacer coros para artistas como Angélica María, Leo Dan y Roberto Jordán.

Allá, también pasó hambre y maltratos. Fue acusado de robo y eso le costó un año y medio de libertad. Estuvo preso en el penal de Lecumberrí, donde vivió los pasajes más desafortunados de su vida e incluso, pensó que sería el lugar donde moriría.

En 1974 el anhelado triunfo tocó a su puerta e inició su ascenso al firmamento, mientras su historia musical comenzó a brillar, su pasado estuvo, hasta hace poco en las sombras.

 

‘La vida es una y hay que vivirla’

Brillar y abrirse paso en el machista mundo del espectáculo también le costó lágrimas. Sin embargo siempre pagó con canciones y amor a la gente que lo maltrató.

El desprecio de su madre y sus hermanos fue una constante en su vida, no así el amor de su público al que Juan Gabriel correspondió con una entrega total.

Obtuvo los más diversos premios y reconocimientos, entre los que están el Grammy y el Billboard, pero nunca el aplauso de su madre, Victoria, quien lo rechazó por ser ‘diferente’.

 “La vida es una y hay que vivirla”, dijo en alguna entrevista al respecto de su orientación sexual.

El Divo de Juárez dejó pendiente un encuentro con los fronterizos, un concierto en El Paso al que nunca llegó. Venía a cantarle a los suyos, al público que tantas veces lo aplaudió, lo impulsó y que creyó en él y en su anhelado deseo de éxito. Ese público que lo ama por ser simplemente Alberto.

Nos quedan para recordar y disfrutar una carrera de éxitos, sus frases, sus bailes, los lugares y las calles donde alguna vez soñó con ser famoso y ese espíritu indomable que no se doblega ante la adversidad y que aprendió de los juareses.

"Felicidades a todas las personas que están orgullosas de ser como son".

¡Arriba Juárez!

 

 

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