Espectaculos

Juarense le planchaba gratis

Cecilia Esther Castañeda
El Diario

2015-07-05

Maestro, démele una planchadita a mi ropa”, se oía de repente en la lavandería situada en Ferrocarril y Abraham González.

“Seguro que sí, Germán”, contestaba don Domingo M. Fernández.
Entonces pedía al hombre joven “guapo y delgado” que entrara al cuarto de la caldera. Germán se encerraba y entreabría la puerta para pasar las prendas de vestir al hijo de don Domingo, quien brincaba sobre un pedal para alcanzar a bajar la plancha industrial de vapor y dejar listo el traje de Germán. Luego le tocaba la puerta para entregárselo.
Cinco minutos después de haber llegado, el vecino de los Fernández salía muy planchadito.
Era hacia finales de la década de los 30, recuerda Roberto Fernández Jáuregui, hoy de 91 años, y el servicio de planchado completo costaba un peso. Mas como el ojiverde cliente no traía dinero para pagar, volvía a repetirse el trato de costumbre.
“Pero me anuncias, Germán…”.
“Seguro que sí”, contestaba él y salía como rey del barrio listo para comerse el mundo con su ingenio y carisma.
Entonces los Fernández encendían su enorme radio de bulbos en la XEJ, la primera estación que transmitía la señal en AM desde Ciudad Juárez, para estar pendientes de su comercial. Sin falta, antes del mediodía escuchaban en el programa ‘Rancho Grande’ lo que parecían pasos de alguien corriendo y luego la voz de Germán: “¡señor, señor…! ¡No se le olvide mandar su ropa a la Lavandería Omega…”
Los programas de la XEJ se quedaban como fondo en el transcurso de la jornada laboral y los Fernández oían “cada rato” la voz de Germán. Recién llegado con su familia de Aquiles Serdán, Chihuahua, Roberto desconocía si su vecino era popular o no en la ciudad que rondaba los 40 mil habitantes y se extendía hasta la Bellavista y el Barrio Alto por un lado y el Barreal y la colonia Exhipódromo por el otro. Para los Fernández, quienes dormían en un cuarto contiguo al negocio ubicado en contraesquina de la Plaza Alberto Balderas, se trataba de uno más de los Valdés Castillo que vivían en la vecindad muy grande localizada enseguida por la calle Ferrocarril, hoy Francisco Villa.
Roberto se dio cuenta de la magnitud de la fama que llegó a adquirir Germán Valdés hasta muchos años después, cuando empezó a ir a ver películas y Tin Tan ya disputaba las marquesinas como innovadora estrella cómica en la época de oro del cine nacional, cuando actuó, bailó y cantó en las escenas por las cuales se conmemora en el 2015 el centenario de su nacimiento.
De aquella época en Ciudad Juárez con caravanas artísticas, cabarets, teatro radiofónico y dólar a cuatro pesos, don Roberto conserva otro recuerdo especial relacionado con la lavandería. Cierto día su papá lo mandó a entregar un traje al hotel Río Bravo. Cuando tocó en la habitación, sólo alcanzó a ver el rostro de un discreto Mario Moreno ‘Cantinflas’ que apenas entreabrió la puerta por encontrarse en compañía femenina, dice don Roberto.
El no lo sabía, pero el mundo artístico de alguna manera seguiría acompañándolo más allá de la guitarra que tocaba.
Los Fernández decidieron años más tarde reubicarse a la ciudad de Chihuahua. Ahí, un día a la lavandería familiar llegó Manuel Valdés. El menor de los Valdés iba rumbo a México invitado por su hermano que dio fama a los pachucos.
“¡Ya estaba loco!”, asegura don Roberto.  Con la confianza de conocerlo, su padre permitió al futuro cómico ponerse ropa de otros clientes y él optó por vestirse de mujer, con falda y todo, cuenta don Roberto.
Después, ya de regreso en la frontera ganándose la vida como pianista en los centros nocturnos que dieron fama a la Avenida Juárez, durante una temporada en la cual tocaba con la Orquesta de ‘Menny’ García don Roberto recuerda a un jovencito a quien mandaban a traer tortas o algo para comer. A pesar de los maltratos y todo lo que le decían los empleados del Noa Noa, aquel niño sólo insistía, “¡déjenme cantar!”
Pero eso ya forma parte de la historia de un ídolo juarense nacido hace apenas 65 años.


 

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