Espectaculos

Furia a ritmo de metal

AFP

2015-05-25

Nueva York— Con su hogar desgarrado por años de guerra, un grupo de músicos iraquíes encontró en el heavy metal una forma terapéutica de descargar sus sentimientos de furia.
“No queríamos cargar armas y salir a dispararle a la gente. La violencia realmente nunca fue la solución”, dice Marwan Hussein, baterista y letrista de la banda Acrassicauda.
En vez de eso, el metal les brindó una “forma agresiva pasiva en la que podíamos hacer oír nuestras voces”, explica.
Acrassicauda estuvo en la vanguardia de la naciente escena metalera de Bagdad tras la invasión estadounidense en 2003, atractiva para jóvenes cuyas causas de angustia eran mucho más intensas que las que enfrentan sus fanáticos de clase media de Occidente.
Pero, como tanto en Irak, el camino fue dolorosamente lento.
La banda huyó de Irak luego de que su espacio para ensayar fuera bombardeado. Pero este abril, instalados en Nueva York y casi 15 años después de su formación original, Acrassicauda acaba de lanzar ‘Gilgamesh’, su primer álbum de estudio de larga duración.
El cantante Faisal Mustafa asegura que el heavy metal fue terapéutico porque le permite descargar sentimientos de furia de una forma socialmente aceptada.
“Puedes expresarlos a través de la música, desde tu alma. Y una vez que liberas esa furia en el escenario defines quién eres”, explicó.

Herencia iraquí
‘Gilgamesh’ muestra la influencia de bandas como Metallica, Slayer y Testament, cuyo guitarrista Alex Skolnick coprodujo el álbum.
El disco es oblicuamente político. El título hace referencia a la antigua épica mesopotámica en general considerada la primera obra de la literatura, un saludo al rico pasado iraquí y a la continuidad.
Las letras, en inglés, que los miembros de la banda hablan a la perfección, hurgan en temas como el renacimiento y la búsqueda de la libertad, pero todo enmarcado en imágenes mitológicas y no política contemporánea.
Los integrantes de Acrassicauda, nombre latino de un escorpión negro común en Irak, insisten en que la música habla por sí sola y se niegan a opinar sobre la actualidad iraquí.
“Siempre dijimos que no queremos ser una banda política”, dice Marwan. “Porque la política, no diría que arruinó nuestras vidas, pero de algún modo arruinó la vida de tanta gente”.

De roqueros a refugiados
Acrassicauda huyó de Irak en 2006 tras persistentes amenazas y acusaciones que iban desde ser cultores de Satán hasta difundir valores occidentales degenerados.
Pero los miembros de la banda se consideran afortunados. No resultaron heridos en el ataque contra el sótano en el que ensayaban y habían ganado seguidores a través del documental estadounidense-canadiense ‘Heavy Metal en Bagdad’ difundido en varios festivales de cine.
Así, Vice, el grupo de medios detrás del film, buscó apoyo para los miembros de la banda cuando huyeron a Siria y luego Turquía para finalmente, a inicios de 2009, viajar a Estados Unidos, donde no les ha sido fácil mantener una carrera musical sustentable.
“Las oportunidades están pero tienes que trabajar mucho más duro de lo que pensabas. Todos trabajamos en restaurantes, en servicios de comida, en todo tipo de mierdas, porque queríamos tocar música”, señaló Hamawandi, el guitarrista.

Sueños a largo plazo
En 2010, Acrassicauda lanzó un EP, ‘Only the Dead See the End of the War’, y realizó luego una gira por Estados Unidos, abriendo un show de la popular banda Ministry.
Pero el costo de realizar un álbum completo seguía siendo prohibitivo.
Finalmente, apelaron al sitio de recolección de fondos Kickstarter, que les permitió recaudar el dinero suficiente para sacar en forma independiente el álbum, que venden a través del sitio de la banda.
Pese a que no quieren hablar sobre política, los músicos sí tienen un deseo ferviente: volver a tocar en Irak.
“Nos llevó 15 años hacer un álbum y nos podría llevar otros 15 años volver a tocar en Irak. Y podría estar tocando la batería en el fondo en una silla de ruedas con una máscara de oxígeno”, dice Marwan. “Pero creo que la historia de esta banda es sobre sueños de largo plazo. Siempre hay luz al final del túnel”.

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