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Regresa Superman ¿sin la maldición?

EFE

2013-06-14

Madrid— En junio de 1938 se publicó la primera aventura de Superman en el número 1 de la revista Action Comics. Un personaje salido de la imaginación del escritor Jerry Siegel y el dibujante Joe Schuster que se convirtió en el primer superhéroe no solo del cómic, si no de la televisión, la radio, el cine o los periódicos.
Porque Clark Kent/Superman, que en un inicio fue creado como un villano, saltó rápidamente a una tira diaria de periódico; en 1940 se convirtió en personaje de un serial radiofónico y a finales de esa década ya había obra teatral y dos series de películas de bajo presupuesto.
Pero su primer gran salto llegó en 1951 cuando se creó la primera serie de televisión, ‘Las Aventuras de Superman’, protagonizada por George Reeves, un actor con una larga trayectoria en el cine pero en papeles menores y poco conocido para el gran público. En este momento la ‘maldición’ del superhéroe comenzó.
Reticente en un primer momento,Reeves  aceptó un papel mal pagado y que suponía un gran trabajo, se rodaban dos episodios a la semana, pero que le daría una fama con la que siempre había soñado.
Un largometraje, ‘Superman and the Mole Men’ fue el prólogo de poco más de un centenar de episodios que se emitieron entre 1951 y 1959 y que convirtieron al superhéroe en el favorito de todos los estadounidenses, en un ícono de la cultura norteamericana. Y a Reeves en uno de los actores más populares de la época.
Unos días antes de su boda, el 16 de junio de 1959, Reeves fue encontrado muerto por un disparo en su casa. Y aunque al principio se habló de suicidio, nunca se aclararon las causas de su fallecimiento, lo que dio pie a todo tipo de teorías conspiratorias, un tema que apasiona a los estadounidenses.
Y cuando poco después, en 1961, Bud Collyer, la voz de Superman en la radio, falleció por un problema alimentario, la teoría de la maldición del personaje estaba servida.
Una maldición que siguió aumentando en la imaginación de los espectadores con el fallecimiento, en 1991, de Lee Quigley, por inhalación de disolvente. Había interpretado a Superman de bebé en 1978 en el primer filme de la saga protagonizada por Christopher Reeve quien también sufrió de la ‘maldición’.
Reeve fue el elegido para encarnar al superhéroe en la que debía ser la versión definitiva de Superman, cinematográficamente hablando.
Con apenas 25 años y poca experiencia, a Reeve le cayó el papel del cielo y lo situó inmediatamente como uno de los actores más populares tras el tremendo éxito de la primera película, que consiguió más de 300 millones de dólares de recaudación y fue una de las más vistas en 1979.
Tras ‘Superman’ llegarían ‘Superman II’ en 1981 y ‘Superman III’ en 1987, también éxitos importantes pero no al nivel de la primera entrega. Tres títulos que hicieron de Reeve uno de los actores más queridos por el público estadounidense.
Junto a Reeve, en el papel de su novia, Louise Lane, estaba Margot Kidder, que logró con este papel su oportunidad de oro tras diez años de una carrera mediocre en películas sin trascendencia.
Pero lo que parecía el punto de inflexión en las carreras de la pareja, no lo fue. El peso de sus personajes en la saga del superhéroe pesó demasiado en su evolución posterior. Y además ambos cayeron fulminados por la supuesta maldición que rodea a Superman.
El caso de Reeve fue tan dramático como conocido a través de los medios de comunicación.
Había interpretado por última vez a Superman en 1987 en un vano intento de recuperar el éxito de antaño en ‘Superman IV: The Quest for Peace’. Y su popularidad había caído bastante aunque se mantenía con su imponente presencia física y su vida sana y deportiva.
En mayo de 1995 se cayó de su caballo cuando participaba en una competición hípica. Se fracturó dos vértebras y se seccionó la médula espinal, lo que le provocó una parálisis total y permanente.
En silla de ruedas y atado a un respirador, la digna imagen de Reeve se convirtió en el símbolo de la lucha contra su enfermedad y en adalid de la investigación en células madre para tratar su problema y devolver la esperanza de caminar a las personas que estaban en su misma situación.
Falleció el 10 de octubre de 2004, a los 52 años. Estaba acompañado de su esposa, Dana, que moriría solo dos años después, a los 44, de un cáncer de pulmón, pese a no haber fumado nunca. Para los más supersticiosos, otro de los efectos de la maldición de Superman.
Así como Margot Kidder, a la que en 1996 se le diagnosticó un desorden bipolar grave tras haber estado desaparecida durante varios días y ser encontrada por la policía en un lamentable estado físico y de desorientación.
Y la última víctima de la maldición fue Richard Pryor, un conocido cómico estadounidense que interpretó al malo de ‘Superman III’. Tres años después del estreno anunció que padecía esclerosis múltiple y murió en 2005 a los 65 años.

Enfrentándose a las maldiciones
Historias que quedan muy lejos para la nueva cara de Superman, el británico Henry Cavill, que en diversas entrevistas ha querido restar importancia a una maldición que él considera simple mala suerte.
‘El Hombre de Acero’ supone el renacer de Superman, que ya regresó en 2006 de la mano de Bryan Singer y con Brandon Routh como protagonist, en un nuevo intento de los estudios de Hollywood de rentabilizar el amor de los espectadores por las historias de superhéroes, que acaparan la taquilla con las aventuras de Iron Man, Spiderman o Batman.
El siempre excesivo Zach Snyder se ha rodeado de un equipo de lujo. Junto al semidesconocido Cavill hay nombres de la talla de Russel Crowe, como el padre intergaláctico del héroe; Kevin Costner y Diane Lane, como sus padres adoptivos, y Amy Adams, en el papel de Louise Lane.
Producida por Christopher Nolan, el artífice del resurgir de Batman con su serie ‘Dark Knight’, mucho más oscura que las precedentes y tremendamente espectacular, ‘El HHombre de Acero’ promete mucha acción, un toque de misticismo y batallas tremendas contra los malvados, encabezados por el General Zod (Michael Shannon).
Pura fuerza para una película cuyo título ya demuestra su intención de luchar contra todos y contra todo, maldiciones incluidas. 
 

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