El Diario de Juárez
2018-03-06
Los músicos llevan mucho tiempo quejándose en torno al poder de los grandes estudios de grabación. Los inversionistas tentados a adquirir acciones de Spotify cuando salgan este mes a la bolsa podrían terminar estando de acuerdo con ellos. La popular aplicación para bajar música de internet ha revivido a la industria de la música grabada, pero poco ha hecho por modificar su equilibrio de poder, dijo The Wall Street Journal.
Lo anterior resulta obvio en las utilidades brutas —el margen entre los ingresos y los costos variables—. Dichos costos consisten básicamente en las regalías que se pagan a los “tres grandes” poseedores de derechos, Universal Music, Sony Music Entertainment y Warner Music, así como Merlin, el consorcio de estudios independientes.
El año pasado mejoraron las ganancias brutas cuando Spotify firmó nuevos convenios sobre licencias. Alcanzó el 24.5 por ciento en el cuarto trimestre, respecto a 17.5 por ciento en el mismo periodo de 2016, de acuerdo con los pronósticos de la compañía publicados la semana pasada. Pero tomará tiempo mejorarlas hasta un nivel más típico de la industria tecnológica.
Los acuerdos sobre licencias se negocian cada dos años, por lo cual los inversionistas tendrán que esperar la próxima oportunidad de llegar a un nuevo convenio. Crecer debe ayudar a Spotify a conseguir acuerdos paulatinamente mejores, pero no resolverá el problema básico de que la propiedad del contenido obligado se encuentre concentrada en tan pocas manos. Los tres grandes y Merlin representaron el 87 por ciento de las canciones que se bajaron el año pasado a través de Spotify.
El gigante del streaming de video Netflix tuvo un problema similar en 2011, señala Wesley Lebeau, administrador de fondos en CPR Asset Management. Ante los costos de contenido al alza, apostó a lo grande a las producciones exclusivas, empezando con “House of Cards”. La estrategia salió tan bien que ahora las productoras están apresurándose a consolidar su poder de negociación; de ahí la batalla entre Disney y Comcast de ofertas por 21st Century Fox. El año pasado Netflix registró utilidades brutas de 34 por ciento.
Pero la música es diferente: aparte de la concentración de la propiedad de los derechos, los álbumes nuevos no tienen el mismo impulso mercadotécnico que las nuevas series de televisión. Spotify argumenta en su proyecto que “la personalización, no la exclusividad, resulta clave para nuestro éxito sostenido”. No parece ser opción viable competir con las grabadoras de discos para conseguir un acuerdo mejor.
Spotify podría elevar sus utilidades brutas subiendo precios. Pero a diferencia de Netflix, que antes de Navidad aumentó en Estados Unidos el costo de su paquete de streaming, las suscripciones mensuales de Spotify cayeron a 6.55 dólares el año pasado.
Lo anterior se debe parcialmente a que Spotify sacó “planes familiares” destinados a dar acceso a seis integrantes de un hogar por tan sólo 50 por ciento más que una subscripción individual. Pero también podría reflejar la relación distinta que los consumidores tienen con la música, la cual continúan oyendo en forma gratuita por radio o YouTube de Alphabet. Netflix es mucho más barato que un paquete de cable; Spotify se beneficia al no tener una comparación tan directa.
A pesar de todo su crecimiento, Spotify sigue pareciendo una empresa que sólo ganará tanto dinero como le permitan las grandes casas grabadoras.