The New York Times
2018-01-10
Nueva York— Los países no desaparecen, pero a veces sí se enfrentan con tormentas perfectas. No amenazan su existencia, pero pueden representar desafíos importantes para su bienestar e integridad. México podría estar al borde de una tormenta perfecta mientras empieza un nuevo año lleno de riesgos y pocas oportunidades.
Tres nubarrones amenazan el futuro de México en 2018: el ajuste fiscal de Donald Trump, el posible fin del TLCAN y una elección presidencial que podría dar lugar a una era de agitación e incertidumbre para la economía y la sociedad en general.
––Cambios tributarios
La primera amenaza tiene poco que ver con las políticas internas de México y está fuera de su control.
Sin importar qué se piense del nuevo sistema fiscal en Estados Unidos, hay pocas dudas de que pertenece estrictamente al ámbito local de las políticas públicas estadounidenses, a diferencia, por ejemplo, de la política migratoria. El inconveniente está en las consecuencias que la reforma podría tener en las economías de sus vecinos.
De acuerdo con algunos economistas, es muy probable que la reforma fiscal de Trump implique tres desventajas considerables para México.
La primera es que los conglomerados mexicanos podrían decidir cambiar su sede y residencia legal a Estados Unidos para aprovechar la tasa del impuesto corporativo, que ahora es mucho más baja (30% en México en comparación con el 21% en Estados Unidos).
Si bien esto no necesariamente moverá empleos de un país a otro, podría desalentar la inversión extranjera, o incluso la doméstica, en México.
La segunda es que las corporaciones estadounidenses con grandes inversiones en México podrían optar por repatriar dinero y empleos a Estados Unidos.
Por último, el paquete fiscal fácilmente podría disuadir a las empresas estadounidenses de invertir en México, incluso si en última instancia no se incluyó un impuesto fronterizo ni un impuesto al valor agregado de importación.
En teoría, México podría contrarrestar estas acciones con cambios al estilo Trump en su sistema fiscal, pero el golpe a los ingresos gubernamentales sería devastador.
––TLC 2.0 en 2019
La segunda posibilidad amenazadora que se asoma en el horizonte de México es el fin del TLCAN, o, en el mejor de los casos, la postergación indefinida de la renegociación, algo que perpetuaría la incertidumbre.
Por las elecciones presidenciales en México el 1 de julio y las elecciones intermedias de noviembre en Estados Unidos, sería imposible que un acuerdo hipotético se ratificara antes de principios de 2019 en ambos congresos o en el parlamento canadiense.
Esto frenaría la inversión extranjera por lo menos hasta que se determinen las nuevas reglas y permitiría que el gobierno de Trump siga amenazando con ponerle fin al TLCAN para obtener concesiones de México en otros temas.
Aunque México sobrevivirá sin el TLCAN, el impacto en la inversión extranjera, mucho más que en el comercio, sería devastador durante los primeros años.
––Votaciones
La tercera borrasca que se avecina es la elección presidencial. Esta será la quinta elección democrática consecutiva en la historia de México. Eso, en sí mismo, es un logro monumental. Además, la elección promete ser, en esencia, libre y justa: otro logro. Sin embargo, el resultado, al menos según las encuestas más recientes, promete ser problemático. La razón es Andrés Manuel López Obrador, el político de izquierda y candidato presidencial de Morena mejor conocido como AMLO.
El problema no es tanto si López Obrador, el exjefe de gobierno de Ciudad de México, ganará –es el claro líder de las encuestas–, sino si la comunidad empresarial extranjera y nacional cree que lo hará. Parece que sí y que ya están actuando en consecuencia, con lo cual están propiciando el inicio de una profecía autoproclamada.
Más allá de si las predicciones de que sería otro Hugo Chávez o Luis Echeverría –el presidente populista en México de la década de los setenta– sean válidas o no; la cuestión es si los inversionistas creen en ellas. También parece que sí, y están retrasando sus proyectos en curso o posponiendo los nuevos hasta después de la elección.
Muchos esperan que López Obrador trate de cumplir muchas de sus promesas. Estas van desde echar para atrás la reforma energética y la cancelación de la construcción de un nuevo aeropuerto en Ciudad de México hasta un gasto público más elevado (y necesario) para combatir la pobreza.
(Jorge G. Castañeda / The New York Times)