Associated Press
2017-12-12
Miami— Tras el canje mediante el que los Marlins cedieron a Giancarlo Stanton, un seguidor del equipo, quien es cura, sugirió en la iglesia que los fanáticos boicoteen los juegos en señal de protesta.
Y quizás a Derek Jeter le convendría rezar.
Acostumbrado a ganar como capitán de los Yanquis de Nueva York, Jeter trata ahora de reconstruir la maltrecha franquicia de Miami. Y por ahora, el proceso de adaptación a su puesto de director general ha sido difícil.
Apenas tras dos meses de gestión, se le culpa ya por su manejo del canje que significó perder a Stanton y por otras cosas. Los críticos señalan que Jeter realizó despidos inconvenientes de personal, ha delegado demasiadas responsabilidades y ha preferido mantener un papel discreto, en vez de asumirse como el rostro y voz del club.
Y los seguidores de Miami, que han pasado penurias durante años, se preguntan: Si el grupo de nuevos propietarios de los Marlins, incluido Jeter, no tenía dinero para pagarle a Stanton, ¿por qué compró el equipo?
Jeter fue amo y señor de Nueva York. Logró conservar una imagen impecable pese a la gran atención mediática que atrae ese club. El tema principal durante su campaña de retiro fue el respeto.
Ahora, elexpelotero es un ejecutivo debutante en Miami, y su brillo parece desvanecido. Si quiere respeto, deberá ganárselo desde cero.
“Definitivamente es algo distinto”, comentó el gerente general de los Mets de Nueva York, Steve Phillips. “Como pelotero, todos tenían respeto por Derek Jeter, y lo trataban con guantes. Su nuevo puesto ha derivado en un papel diferente para él. Nunca vimos a Derek Jeter ser golpeado así en Nueva York”.
Parte del problema radica en que Jeter ha aceptado una tarea que parecería imposible: lograr que el béisbol tenga éxito en el sur de la Florida. La pésima foja de los Marlins y la baja asistencia de espectadores al parque han generado dudas sobre si este deporte florecerá alguna vez aquí.
El dueño fundador Wayne Huizenga fue abucheado en el parque pese a que los Marlins ganaron la Serie Mundial de 1997. Jeffrey Loria, quien vendió el club al grupo de Jeter, se volvió impopular muy pronto, pese a que los Marlins lograron otra coronación en el Clásico de Otoño de 2003.
Ahora, es Jeter el blanco de las muestras de rechazo. Las percibió recientemente, cuando asistió a un partido de basquetbol del Heat de Miami. El lunes, estuvo también en un palco para presenciar el partido de futbol americano entre los Delfines y los Patriotas, lo que generó la pregunta de por qué no se encontraba en las reuniones invernales de Grandes Ligas, que se realizan esta semana.
“Jamás planifiqué asistir a las reuniones de invierno”, justificó Jeter. “Michael Hill es nuestro presidente de operaciones deportivas, y ése es su trabajo”.
Pero su ausencia reforzó los argumentos de que trata de distanciarse de las decisiones que él mismo toma.