Associated Press
2017-12-05
Norman, Oklahoma— A una parte del mariscal Baker Mayfield de Oklahoma le gusta ser el chico malo.
Durante los ejercicios de calentamiento, les dijo a los jugadores de Baylor que “se habían olvidado quién era su padre” y que iba a tener que castigarlos.
Antes de jugar contra Texas Tech –la universidad de la que salió antes de ingresar a Oklahoma– se puso una camisa con la palabra “Traidor” en el frente, luego derrotó a los Red Raiders nuevamente.
Y por supuesto, colocó una bandera carmesí de la Universidad de Oklahoma en medio del campo de Ohio State después de la victoria que tuvieron sobre los Buckeyes al inicio de la temporada.
Obviamente, sus contrincantes le ponen atención a las excentricidades de Mayfield –Iowa State colocó una bandera en el campo de Oklahoma después de haberlo derrotado, aunque los capitanes de Kansas no quisieron saludarlo de mano.
Todo eso se relaciona con el territorio, en el que tal vez es la figura más polarizante del futbol colegial.
“Si a la gente le gusta, o si a alguna no le gusta, él se siente bien de todas maneras”, comentó Lincoln Riley, el entrenador de Oklahoma.
“Se siente muy seguro de la manera como es. Su objetivo no es tratar de complacer a todo el mundo, sino ser fiel a sí mismo”.
A Mayfield tampoco le importa reñir con los fanáticos en las redes sociales.
A pesar de todas las travesuras, entre líneas le pone atención a su desempeño.
En esta temporada, ha lanzado pases para 4 mil 340 yardas, incluyendo 41 pases para anotación y sólo cinco intercepciones, ha corrido para 310 yardas y ha logrado cinco anotaciones más.
Será el primer mariscal en terminar entre los cuatro mejores en la votación para seleccionar al ganador del Trofeo Heisman por tercera ocasión, este sábado, es el favorito para recibir el premio.
Ha logrado un sinuoso trayecto en el que ha establecido récords con grandes victorias, explosiones emotivas, premios y disculpas y todo lo ha hecho a su manera.