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Persevera y alcanza

Eduardo Morán / El Diario

2017-07-25

Luego de vivir su infancia y parte de su juventud en Juárez y Monterrey, a los 15 años de edad, Alan Luna, pateador de despeje de los Mineros de UTEP, llegó a vivir y a seguir sus estudios en El Paso, la ciudad donde nació.
Aficionado de los Rayados del Monterrey de la Liga MX, Luna jugaba soccer en Juárez, pero cuando llegó a la Franklin High School en El Paso, no encontró acomodo en el equipo de soccer y fue entonces que un amigo lo invitó a que entrara al de futbol americano. Fue ahí donde tuvo su primer contacto con el deporte de las tacleadas.
Después, cuando llegó a UTEP, fue a probar suerte, pero el primer año el entrenador simplemente le dio las gracias y le deseó suerte. Luna no se dio por vencido y regresó un año después por una nueva oportunidad, y durante los últimos dos años ha sido el pateador de despeje titular de los Mineros.
“Yo empecé a jugar futbol soccer en Ciudad Juárez, ahí a dos minutos del puente libre. Jugué futbol soccer hasta que tenía 16 años, lo jugué en Ciudad Juárez cuando llegué ahí, y en Monterrey, viví ahí nueve años”, recordó Luna.
Después regresó para irse a vivir a El Paso y estudiar en la Preparatoria Franklin.
“No se me dio la oportunidad de jugar futbol soccer y un amigo me dijo que si quería jugar futbol americano, que él estaba en el equipo. Y así es como entré, yo no tenía idea de como patear un balón, ni de las reglas del futbol americano, pero siempre me había atraído la idea de jugar”.
De esa manera Luna empezó a jugar futbol americano en el segundo equipo de Franklin en su último año de preparatoria jugó en el primer equipo, varsity como se les conoce en Estados Unidos.
Como nada más había jugado un año no se le daba la oportunidad en un principio de jugar a nivel colegial, por lo que decidió ir a una universidad chica en Kansas con la intención de jugar y esperar “a ver qué salía”.
“Después de un semestre decidí volver a El Paso e intentar jugar aquí en UTEP. El primer año tuve pruebas aquí y no me aceptaron, el coach me dio las gracias nada más”.
Lejos de darse por vencido, Luna se dedicó a entrenar todo el año para regresar y luchar una vez más por ganarse un lugar en el equipo de los Mineros.
Un año después de que fue rechazado, “ya entrenando y con más experiencia de patear ahora sí ya hice el equipo y entonces vi la oportunidad de jugar como pateador de despeje, no de pateador. Todo ese verano tuve que entrenar y acostumbrarme a ser pateador de despeje que es completamente diferente y ese mismo verano tuve que competir contra otro jugador por el puesto y gané y ya llevó dos años como el pateador de despeje”.
Para Luna, que estudió en Juárez en el Colegio Hispanoamericano y en Monterrey en el San Patricio, llegar a vivir a El Paso no fue fácil y en un principio representó un cambio brusco.
“Desde la cultura, la escuela, pues el deporte que era todo lo que yo hacía en Monterrey, estaba rodeado del deporte y de ir al estadio a ver al Monterrey y toda mi vida rodaba alrededor del deporte y aquí no se me dio por un año y sí batallé, pero luego ya encontré pues otra vez el deporte”.
Toda la familia de Luna vive en Juárez y él vive con su mamá en El Paso, por lo que en cada partido que juega en el Estadio Sun Bowl sabe que en las tribuas hay alguien que lo está apoyando.
“Pues jugar aquí en el Sun Bowl o incluso cuando vamos a Las Cruces, para mí es juego en casa, siento que estoy en mi casa y sé que mucha familia y mis amigos cercanos desde Franklin están viéndome y pues no cualquiera puede decir eso en el equipo”.
-¿El inglés ya lo sabías o lo tuviste que aprender al llegar a El Paso?
‘Más o menos en la escuela me enseñaban inglés, pero obviamente es muy diferente hablarlo con una persona a hacer una tarea en inglés, entonces pues, digo, yo diría que ahorita sigo aprendiendo, pero sí me comunicó bien”.
-¿Cómo te sientes en la posición de pateador?
“Yo creo que todo es mental y más a este nivel, hay veces que entro cuatro veces, hay veces que entro diez. Y si son cuatro veces son diez segundos que cuentan, que los tengo que hacer contar, y para eso entreno los doce meses del año, 365 días, para esos tres segundos que voy a recibir el balón, cacharla y patearla’.
-¿Por qué decidiste estudiar en UTEP?
“Se me hacía la mejor opción económicamente y pues yo soy de aquí, y siempre me ha gustado vivir aquí… digo no siempre he vivido aquí, pero siempre me ha gustado estar aquí y aquí me sentí a gusto y pues en el momento era la opción más viable”.

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