Agencia Reforma
2014-04-14
El rival más duro que enfrentará Michael Phelps cuando cristalice su regreso a la alberca ya lo espera, y es su legado.
El atleta olímpico más ganador de la historia saldrá del retiro para nadar la próxima semana en el Arena Grand Prix en Mesa, Arizona, su primera competencia desde Londres 2012.
En la justa londinense, Phelps ganó la última de sus 18 medallas de oro y la presea 22 de su carrera, cosecha a la que ningún otro atleta se acerca.
El círculo cercano a Phelps ha mostrado un perfil bajo sobre su regreso, incluso se rehúsa a reconocer que es el primer paso hacia una probable participación en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Sin embargo, todos saben que Phelps no estaría dispuesto a pasar por todo el proceso que se requiere (pruebas de antidopaje y cinco días de entrenamiento a la semana) si no le tirara a la competencia que realmente importa, los Juegos Olímpicos.
Con el legado que ha construido, que incluye una cosecha de ocho preseas doradas en Beijing 2008, Phelps se ha dado a sí mismo un amplio margen de credibilidad si su regreso no alcanza los estándares con los que compitió antes de su retiro.
Es seguro que el “Torpedo de Baltimore” no desea terminar su carrera como otros que salieron del retiro, incluidos nadadores como el australiano Ian Thorpe y la estadounidense Janet Evans, quienes intentaron calificar a Londres 2012 y ni siquiera pasaron los clasificatorios de sus países, triste epitafio para sus brillantes carreras.
Un aspecto que debe favorecer al tritón es que planea competir en menos pruebas y en carreras menos demandantes que como lo hizo en su mejor momento. Y apenas tiene 28 años, lejos de la etapa de declive como atleta.
“(Michael) no haría esto si no pensara que puede hacerlo”, afirma Dara Torres, nadadora estadounidense que salió varias veces del retiro y ganó tres medallas de oro a los 41 años en Beijing 2008.